El Accidente Cerebro Vascular (ACV) o Ictus supone uno de los principales problemas socio-sanitarios en nuestra sociedad. Constituye la tercera causa de mortalidad en occidente. Existe gran relación entre el aumento de la esperanza de vida y la incidencia del mismo  debido a que la edad es uno de los factores de riesgo. Además de la edad, la hipertensión arterial, diabetes, obesidad, sedentarismo, consumo excesivo de alcohol, entre otros, son factores que potencian  la aparición y recurrencia del ictus.

Es la primera causa de discapacidad grave en el adulto y la principal causa de muerte entre las mujeres y la segunda en los varones. Sin embargo, si se controlaran los factores de riesgo se podrían evitar hasta el 80% de los casos, según afirman los expertos. Según la Federación Española del Ictus, en la actualidad un 30% de los pacientes con ictus presenta problemas de discapacidad como pueden ser parálisis, problemas de equilibrio, trastornos del habla y déficits cognitivos. Se estima que sólo el 40% de los afectados pueden valerse por sí mismo.

 

¿Cómo se puede detectar el Ictus? Síntomas.

Los ictus, generalmente, son de inicio súbito y de rápido desarrollo, y causan una lesión cerebral en minutos (ictus establecido). Puede también ocurrir, aunque con menos frecuencia, que vaya empeorando a lo largo de horas, incluso durante uno o dos días, a medida que se va aumentando el área afectada de tejido cerebral (ictus en evolución). Esta progresión suele interrumpirse, aunque no siempre, dando paso a períodos de estabilidad en que el área de tejido necrosado deja de crecer de forma transitoria o en los que se observa cierta mejoría

Es de relevante importancia acudir a un Hospital o un Centro Médico si Usted sospecha de que se esté produciendo un ictus, en usted mismo o un familiar. Uno de los factores determinantes es la rapidez con la que sea tratado por un especialista.

Dependiendo del área afectada los síntomas pueden variar, pero de forma general, los seis síntomas de alerta son los siguientes:

  •  Pérdida de fuerza en la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.
  •  Sensación de acorchamiento u hormigueo en la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.
  •  Alteración brusca de la visión, pérdida parcial o total, en uno o ambos ojos.
  •  Alteración repentina del habla, dificultad para expresarse, lenguaje que nos cuesta articular y ser entendido por quien nos escucha.
  • Dolor de cabeza de inicio súbito, de intensidad inhabitual y sin causa aparente.
  • Sensación de vértigo intenso, inestabilidad, desequilibrio o caídas bruscas inexplicadas, si se acompañan de cualquiera de los síntomas descritos con anterioridad.

Importante,  si estos síntomas desaparecen sin dejar secuelas nos encontramos ante un Accidente Isquémico Transitorio(AIT). Se trata de una situación de semejante importancia y gravedad como el Ictus Cerebral, ya que es muy probable que en poco tiempo vuelva a repetirse con mayor intensidad. Esto hace que ante el caso del AIT sea una oportunidad crucial para evitar los daños de esta enfermedad por completo, siempre que se realice un buen diagnóstico y la medicación oportuna.

 

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¿Qué es el ACV?

Se denomina ACV o Ictus a la interrupción o alteración del flujo sanguíneo debido al bloqueo de una arteria, o a consecuencia de la hemorragia que se produce cuando esta se rompe. Cuando se dan estas circunstancias las neuronas del área afectada pueden morir por la falta de oxígeno o glucosa trasportada sangre. A este fenómeno de muerte neuronal se le denomina necrosis neuronal.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) se denomina Accidente Cerebro-Vascular a “un conjunto de signos clínicos de inicio brusco y desarrollo rápido, que supone la presencia de una perturbación en la función cerebral (global o focal) con más de 24 horas de duración y como posible consecuencia de una lesión vascular subyacente”.

Ictus Isquémico

Están causados por la obstrucción de un vaso sanguíneo cerebral debido a la presencia de placas de ateroma (acumulación de depósitos grasos en la pared arterial) que produce la formación de coágulos de tipo trombótico (cuando se origina dentro del cerebro) y embólico (cuando son desplazados por el torrente sanguíneo desde otra parte del cuerpo hacía el cerebro). Son las famosas Trombosis Cerebrales y Embolias. Generalmente, se denomina Infarto Cerebral cuándo se dan cualquiera de estas dos modalidades de accidentes isquémicos (daño cerebral debido a la falta de riego sanguíneo).

El ACV isquémico puede ser transitorio o establecido, en función del carácter temporal del mismo. El primero denomina que el accidente cerebral se revierte en menos de 24 horas ( Accidente Isquémico Transitorio). Por el contrario si su duración es mayor a 24 horas generalmente tiene consecuencias más irreversibles.

El Accidente Isquémico Transitorio provoca un conjunto de alteraciones que suelen desaparecer antes de que hayan transcurrido 24 horas, generalmente suele durar entre una y dos horas). Es de corta duración pues el coágulo desprendido es pequeño y puede diluirse con la sangre. Igualmente, las 48 horas que siguen a estos ataques son de relevante importancia. Un tercio de los ataques transitorios terminan siendo ictus de carácter más irreversible.

Ictus Hemorrágico

El Ictus Hemorrágico (15-20% de los casos),  también conocido como derrame cerebral, es causado por la ruptura de una arteria y que conlleva un escape de sangre en la masa cerebral.  La gravedad de este tipo de ictus reside no sólo en el daño local sino en el aumento de presión que origina dentro del cráneo, lo que afecta a la totalidad del encéfalo y pone en peligro la vida. La hemorragia puede producirse en el interior del cerebro (intraparenquimatoso) o en el espacio subaracnoideo (hemorragia subaracnoidea). Este tipo de ictus se puede deber a una malformación en los vasos sanguíneos como pueden ser las aneurismas, las malformaciones arteriovenosa y picos de tensión que provoque la ruptura del vaso sanguíneo.

 

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¿Se puede evitar? Factores de riesgo.

El ictus es una afectación en la mayor parte de los casos se puede evitar. Controlando los factores de riesgo se podrían evitar hasta el 80% de los casos. Es de vital importancia que la persona afectada lleve a cabo las medidas de prevención secundaria que le aconseja su doctor. Los factores de riesgo que hacen aumentar la probabilidad de recurrencia son: hipertensión, hiperlipidemia, diabetes mellitus, tabaco, estenosis carotídea, fibrilación auricular, anemia falciforma. Existen otros factores potenciales como la obesidad, el sedentarísmo, nutrición deficiente, abuso de sustancias, la terapia hormonal sustitutoria/anticonceptivos, entre otros.

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