Estás dentro de un oscuro laberinto, donde no puedes ver más allá de tu nariz. Has estado recorriendo sus pasillos a lo largo de mucho tiempo, y tienes la sensación de que ya no hay nada nuevo por ver. Cada paso que das está repleto de desesperanza y desilusión, te has dado cuenta que por más que andes, corras o saltes las barreras siguen ahí y te impiden avanzar.

En tu mano derecha tienes un mapa escrito con rotulador permanente. El cuál has ido rellenando con todos los caminos recorridos y aquellos que te han aconsejado a lo largo del tiempo. Ese mapa es la guía que utilizas a la hora de adentrarte en la oscuridad, con el único fin de salir cuanto antes de ella. Los primeros días, cuando lo cogías, brotaba un destello de esperanza pensando que era la solución a tus problemas. En cambio, últimamente, miras el mapa desganado. Lo sujetas arrugado entre tus manos y  desesperado te preguntas dónde está la salida, “¿y si no hay salida?”, piensas.

Cada mañana, cuando te levantas, empiezas a correr sin mirar siquiera a dónde vas. Te esfuerzas en correr más rápido que el día anterior, pero eso sólo hace que te canses más,  parece que el final del recorrido nunca llega. Tienes las rutas principales marcadas en el mapa y las has recorrido millones de veces sin recompensa alguna.

Te han hablado de una chica que es experta en estos temas, y decides pedirle ayuda para lograr salir de una vez de ese lúgubre y sombrío laberinto.  Entonces, de repente, esta persona llega y te dice ¡Mira! Has estado tanto tiempo adentrándote dentro del laberinto queriendo salir de él, que ni siquiera te has dado cuenta de la forma que tiene, de los árboles que posee, los frutos, las raíces… Te pide que lo observes poco a poco, sin juzgarlo.

Tú, pese a mostrarte animado y con ganas de participar con lo que te está diciendo, no logras ver más allá de la sombra que te ha rodeado todo este tiempo, y que ha hecho del mapa tu único camino a seguir. En ese momento, esta persona saca una linterna del bolsillo y alumbra toda la zona mostrándote colores que no habías imaginado, formas que no habías visto y pasos que nunca te habías atrevido a recorrer. Esta vez, te adentras en el laberinto mirando hacia todos lados, con el mapa en el bolsillo y la linterna en la mano derecha. Comienzas cada día con una nueva aventura, descubriendo minipasadizos que antes no habías visto por estar corriendo con la cabeza agachada. Los colores son más intensos, el aroma de las plantas que lo rodean te hace cosquillas en la nariz y pone tus pelos de punta, eres tú el dueño de tu camino.

En este camino te encontrarás muchos agujeros y arenas movedizas, tendrás que parar por un segundo y respirar profundamente para analizar bien la situación. Habrá días que el viento venga de cara y te cueste mucho más avanzar, y será en esos días en los que vuelva con más fuerza el pensamiento “¿y si no hay salida?”;  sin embargo,  tienes la cabeza mirando hacia adelante, una linterna alumbrando y el corazón lleno de valores que te indican como si fuese una brújula  que sí merece la pena continuar por ese sendero.

¿Qué sentías mientras leías este artículo? ¿Te has sentido alguna vez como si la vida fuera un laberinto? Puede ser que mientras leías este relato hayas sentido el agobio, la desesperación, la sensación de ahogo… casi como si estuvieras pérdido junto a él.  El lenguaje tiene entre muchas otras propiedades, la capacidad de hacernos sentir una emoción sin la necesidad de que esté ocurriendo “nada” para que así sea. Las Terapias de Tercera Generación tienen muy en cuenta las propiedades del lenguaje y cómo este media en los estados emocionales de las personas. Encuadradas dentro de la Teoría de los Marcos Relacionales, ponen un énfasis muy interesante en el lenguaje. Por eso, en consulta, es muy útil la utilización de METÁFORAS. Las metáforas son historias que se cuentan durante la sesión (como esta del laberinto), que permiten evocar  emociones de forma que podamos acercarnos a ella desde otra perspectiva, mucho más validante. Nos ayuda a ampliar el modo de percibir el problema por parte de la persona que acude a consulta, reorientando y aportando flexibilidad a las dificultades de la vida.

En Clínica Emae el área de Psicología  está especializada en las Terapias de Tercera Generación.  Por ello, de forma individual puedes vivir el proceso del que antes hablábamos ; y grupalmente, con los talleres de Mindfulness te  ayudará a dejar a un lado el mapa y empezar a guiarte más por tú experiencia, mientras observas cómo es sin juzgar.

 

Autor: Luís Martínez Soto 

Alumno de Grado en Psicología.