El pasado martes día 22 de octubre, se celebró el día mundial de la tartamudez. La tartamudez es un trastorno que afecta el habla de una persona, regularmente aparece durante la niñez, y en algunos casos puede durar toda la vida. Está caracterizada por las pausas o interrupciones en el habla, junto a tensión muscular en el cuello, cara, etc.
La tartamudez es en numerosas ocasiones ignorada, pero tiene efectos en la vida de la persona que la padece, que en muchos casos tiende a aislarse y no busca ayuda.
En la mayoría de los casos, la tartamudez afecta al menos algunas actividades cotidianas. Las actividades específicas que puedan causar dificultad varían de persona en persona. Para algunos, las dificultades de comunicación sólo suceden durante actividades específicas; por ejemplo, cuando hablan por teléfono o ante un grupo grande de personas. Para la gran mayoría restante, sin embargo, las dificultades de comunicación se dan en toda una variedad de situaciones en el hogar, en la escuela o en el trabajo. Es posible que algunas personas limiten su participación en ciertas actividades.
Al hablar con una persona que tartamudea, lo mejor es darle el tiempo que necesite para expresar lo que tenga que decir. Es mejor no tratar de terminar las oraciones ni sugerirle palabras. Esto sólo hace que la persona sienta mayor necesidad de ir rápido. Además, sugerencias como «más despacio,» «relájate» o «respira» pueden hacer que la persona se sienta más incómoda, ¡porque estos comentarios sugieren que la tartamudez debería ser fácil de controlar cuando en realidad no lo es!
La mayoría de los programas de tratamiento para las personas que tartamudean son de «comportamiento.» Están diseñados para enseñar a la persona destrezas o comportamientos específicos que le ayuden a obtener una mejor comunicación oral. Por ejemplo, muchos logopedas enseñan a las personas que tartamudean a controlar o vigilar el ritmo al que hablan. Además, se aprende a decir las palabras de una manera un poco más lenta y con menos tensión física. Se debe controlar o vigilar la respiración. Al aprender a controlar el ritmo al que hablan, se empieza utilizando oraciones y frases cortas a un paso más lento de lo normal, hasta lograr expresarlas con facilidad y sin interrupciones. Con el transcurso del tiempo, aprenden a expresarse con mayor facilidad y rapidez, en oraciones más largas y en situaciones más difíciles hasta poder hablar con facilidad y de manera natural.
Para garantizar la eficacia de la terapia es muy importante la actitud de la familia y la escuela durante el proceso terapéutico.
Es importante la intervención temprana en este trastorno por parte del logopeda, ya que se podrán conseguir mejores resultados y podremos evitar algunos perjuicios que puede provocar. Hay que hacer visible este trastorno, y conseguir normalizarlo.

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Autor: Tomás Nicolás Martínez

Logopeda del centro