Llamamos mutismo selectivo a una toda una serie de comportamientos que pueden darse a la vez o no en personas menores de 15 años y que, debido a sus características, resulta especialmente difícil detectar así como discriminar de otras afecciones como el autismo o los cuadros de tipo asperger. No obstante, suele aparecer entre los 3 y 5 años coincidiendo con un periodo crítico en el desarrollo del menor y es difícil detectarlo antes de los 6 años, cuando empieza la escolaridad obligatoria, y el niño/a se niega a hablar con
sus profesores o con sus compañeros.

El mutismo selectivo afecta en todos los ámbitos de la vida de los menores y puede derivar, en la vida adulta, en otra serie de trastornos de ansiedad asociados a las respuestas aprendidas en su etapa infantil y de ahí la importancia de la detección temprana de los problemas que puedan tener nuestros menores en su desarrollo y formación. Cuanto antes detectemos el problema antes podremos ponernos manos a la obra a solucionarlo y menores serán las repercusiones negativas a largo plazo para el desarrollo del menor, mejorando así su calidad de vida presente y futura. Si bien es cierto que los comportamientos de mutismo selectivo de los menores se dan tanto a nivel de sus
pensamientos y sentimientos, como a nivel corporal (sudoración, sofocos, náuseas), los observadores debemos centrarnos en aquellos que nos sean más fácilmente detectables y estar atentos a aquello que el niño hace o deja de hacer. Es decir, para nosotros es mucho más sencillo ver en el menor un comportamiento de aislamiento con respecto de otros niños de su edad que si tiene dolor de cabeza o si lo que está sintiendo es miedo a hablar con otras personas. No debemos olvidar el sufrimiento y padecimiento por el que pasan los menores con mutismo selectivo, teniendo de forma permanente miedo a hablar, no sólo con desconocidos, si no también, y de forma progresiva, hacia aquellas personas que conoce y en las que confía.

Lo primero que detectaremos cuando tengamos encendido el foco del mutismo selectivo será un patrón general de comportamiento que podríamos decir que es de extrema timidez: son niños que prefieren estar solos, que mantienen escaso contacto visual o que por lo general miran al suelo (por miedo a ser preguntados), o que se comunican de “otra” manera; cuchichean al oído de otro, realizan afirmaciones y negaciones mediante movimientos de la cabeza o con gestos y expresan sus emociones o deseos de manera física o corporal más que mediante el uso del lenguaje oral.

En algunos casos podremos observar comportamientos de tipo controlador (si no tengo lo que quiero me cabreo hasta que lo tenga; éstas son las famosas rabietas o pataletas) o compulsivo (hacer la misma cosa una y otra y otra vez sin que para nosotros tenga sentido aunque en su caso lo tiene porque, momentáneamente, alivia su nivel de estrés). En cuanto al lenguaje son capaces de comprender perfectamente aquello que se les dice pero sus respuestas suelen ser cortas y, en ocasiones, alteran el tono o el volumen de la voz.

En el desarrollo del mutismo selectivo, el niño/a va reduciendo progresivamente el número de personas con las que se comunica de forma verbal llegando, en su extremo, a dejar de hacerlo con su madre, con su padre, o con los dos. Como observadores debemos estar especialmente atentos a éste tipo de conductas
pues son signo de la gravedad del problema. Si un niño deja de hablar con alguno de sus familiares y relata miedo o vergüenza y si ésto se extiende a otros miembros de la familia o en otras situaciones, debemos ponernos en contacto con los profesionales que pueden ayudarnos a ayudarlo.

En resumen, según la edad del niño deberemos estar atentos en aquellos ámbitos en los que tiene opciones de socializar; en casa, con la familia, en el colegio y con otros niños para poder detectar y, en su caso, descartar problemas de socialización o de ansiedad. Nuestro objetivo debe ser siempre el bienestar del
menor y su correcto desarrollo a nivel social, emocional e intelectual, ofreciéndole soluciones y habilidades para optimizar su correcto desarrollo vital.

Si tiene dudas al respecto o desea profundizar en el tema póngase en contacto con un profesional que le ayude y oriente.

Dr. Google no lo sabe todo y puede generarnos más preguntas que respuestas.