Somatización, es un concepto muy  frecuentemente utilizado por los psicólogos y psicólogas, y que muchas veces llena consultas médicas y sesiones de fisioterapia.  Este termino es, por tanto, cada vez más evidente relevante. Si buscamos en el diccionario  el verbo somatizar encontramos: “ Transformar problemas psíquicos en síntomas orgánicos de manera involuntaria”

Y es que somatización se refiere al proceso por el cual malestares psíquicos se transforman en problemas orgánicos y físicos palpables. A diferencia de la hipocondría, que en psicología  se concibe como un trastorno somatomorfo caracterizado por una interpretación errónea de síntomas físicos interpretados como muestras de enfermedad.

El Trastorno de Somatización se recoge dentro de los Trastornos Somatomorfos reconocidos tanto por el DSM-V como por el CIE-10. 

Se investigan dentro de la Psicología desde hace ya bastante tiempo, sólo que antiguamente se le reconocía con otros nombres, desde Histeria Nerviosa, Neurosis Depresiva, Neurosis Hipocondríaca y Neurosis Neuroasténica.

Este grupo de trastornos se caracteriza por la presencia de síntomas físicos que sugieren un trastorno físico para el que no hay hallazgos orgánicos demostrables o mecanismos fisiológicos conocidos, y para los que existen síntomas relacionados con factores o conflictos psicológicos. Estos síntomas están fuera del control consciente de la persona que los sufre, lo que hace que no sea capaz de reconocer esas dolencias con motivos psicológicos, pues su percepción hace su queja “perceptiblemente” real.

El Trastorno de Somatización, que hemos mencionado al comienzo, es también conocido Síndrome de Briquet.  El término somatización se refiere a la aparición de un trastorno corporal causado por una neurosis profunda. Lipowsky en 1968 describe este trastorno como la tendencia a experimentar y expresar malestar psicológico en forma de síntomas somáticos que el sujeto interpreta de manera errónea como alguna enfermedad severa y acude al médico para que se le asista. Distingue varias dimensiones como la duración, el grado de hipocondría, emocionalidad manifiesta, habilidad para describir los sentimientos y desarrollar fantasías.

Actualmente, se define como una trastorno caracterizado por la presencia de un patrón de síntomas somáticos múltiples y recurrentes que sucede a lo largo de un período temporal de varios años y que se inicia antes de los 30 años. Estos síntomas llevan a la persona a buscar atención médica y ocasionan una incapacitación importante en diversos ámbitos de la vida de la persona. Entre las quejas más comunes se encuentran: cefaleas, desmayos, náuseas y vómitos, dolores abdominales y en las extremidades, amnesia, dificultades para la deglución, problemas intestinales y fatiga, dismenorrea, dispareunia y frigidez.

 

¿Cuánto tiempo y a quién afecta?

El curso del trastorno suele ser fluctuante y crónico, estando raras veces el paciente libre de síntomas.

No se conoce cuáles son las causas que lo generan. Suele empezar en la segunda década de vida (antes de los 25-30 años). La gran mayoría de los pacientes son mujeres y sus primeras manifestaciones suelen estar relacionadas con la menstruación.

Se encuentran frecuentemente asociado al trastorno depresivo mayor, trastornos de angustia y los trastornos relacionados con sustancias, asimismo, existe una relación entre el estilo de personalidad del afectado y este trastorno, encontrandose más personas con personalidad histriónica, límite y antisocial

 

¿Cómo se trata?

Para tratar este tipo de trastornos hay que aumentar la conciencia de que existe la posibilidad de que sus síntomas estén relacionados con su psique. Por eso, la intervención psicológica se centra en el manejo de los síntomas, aprender a expresar las emociones y desarrollar estrategias alternativas para expresar sus sentimientos que no sean mediante el dolor.

En Clínica Emae tratamos este tipo de trastornos, incluyendo sesiones individuales centradas en la exploración y expresión emocional, así como el manejo de los síntomas.

Además, nuestro taller de Mindfulness es idóneo para trabajar el manejo sintomático de esta afección así como para autoexplorar los procesos internos de nuestra psique. No es un tratamiento de por sí, pero es una herramienta estratégica para superar y sobrellevar este trastorno.

Autora: 

Esperanza Merlos Fernández, Psicóloga en Clínica Emae