¿Sabías que nuestro cráneo también se mueve?

Sabiendo que una de las funciones del cráneo es la de protección de nuestro tan frágil sistema nervioso, podemos pensar que no tiene movimiento y que además debe ser así para evitar daños mayores.

Sin embargo, cada uno de los huesos que conforman nuestro cráneo tienen un movimiento propio y que en su conjunto se mueven a la vez para respetar el movimiento armónico del cráneo con el sacro.

¿Pero, qué pasa cuando esto no sucede, cuando éste asincronismo se pierde?

Del interior del cráneo atraviesan importantes nervios y vasos sanguíneos hacia el resto del cuerpo y el atrapamiento de alguno de ellos ya bien por un traumatismo o por la cronificación de un problema, puede provocar la pérdida del ritmo cráneo-sacro exponiéndonos a multitud de patologías que descubrimos a través de su sintomatología.

El movimiento del cráneo está demostrado científicamente mayor y con mucha más capacidad de plasticidad que el de un adulto, por lo que una patología en edad infantil será más rápida de resolver que en edad adulta, siendo, en este último, caso mayor el tiempo de tratamiento.

A través del cráneo en niños podemos tratar:

  • Plagiocefalias
  • Cólico del Lactante
  • Tortícolis
  • En adultos:
  • Dolores de cabeza de tipo migrañoso o tensional.
  • Neuralgias faciales.
  • Problemas Digestivos (acidez, digestiones pesadas…)
  • También resulta beneficiosa por su efectos nivel vascular (lucha contra isquemia arterial).
  • Favorece el bombeo del líquido céfalo raquídeo (encargado de recoger las sustancias de desecho generadas por la actividad neuronal).

Y un gran efecto reflexógeno, rompiendo con el bucle del dolor, provoca una sensación de relajación, tan deseada en nuestro día a día, actuando sobre el estrés, ansiedad, cansancio crónico…

Si usted padece alguna de estas patologías y todavía no ha encontrado una solución, quizás la terapia cráneo-sacra sea parte de su tratamiento.